Uno de los grandes atractivos de esta playa cántabra es su arena finísima, blanca y dorada. A eso tenemos que sumar su gran extensión, que la convierte en el arenal de mayor longitud de la provincia.
La Playa la Salvé tiene en su contra la urbanización salvaje a la que ha sido sometida y la enorme aglomeración de veraneantes, sobre todo en los meses de julio y agosto. Fuera de la temporada de verano, la situación es bastante diferente y es posible dar tranquilos paseos por su orilla.
Además, si miramos al mar directamente y no a los edificios, podemos olvidarnos por un momento del hormigón y los ladrillos que quedan a nuestra espalda y simplemente disfrutar.
Además, si miramos al mar directamente y no a los edificios, podemos olvidarnos por un momento del hormigón y los ladrillos que quedan a nuestra espalda y simplemente disfrutar.
Posee uno de los campos dunares más extensos de la provincia, que la convierte en un lugar de gran atractivo paisajístico, con una rica vegetación. Es también un entorno con un microclima muy suave, donde sopla una suave brisa marina casi de manera permanente y que lo hace muy agradable para soportar los calores del verano.
